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Caminando por la cuerda floja

 

Hoy me venia a la mente como metáfora de la vida, el andar por una cuerda floja. Y de esa idea tire del hilo...

Caminar por la cuerda floja es estar en movimiento continuo, en una constante regulación, pues hay que buscar el equilibrio con todo el cuerpo, con la cabeza fría, avanzar y para no caer. Hay momentos donde el miedo te hace avanzar lento, tembloroso, curvado y con un nudo en la garganta; hay otras ocasiones pasear por la cuerda es un reto fascinante y puede convertirse, incluso, en una carrera donde la dificultad la hace más interesante.

Quizás hay instantes donde uno se entretiene más en sentir, notar como cada músculo se tensa, como cada parte del cuerpo toma la posición adecuada para mantener el equilibrio sin que nosotros intervengamos conscientemente y otros momentos, donde vemos el abismo de cerca, quizás por un mal paso nos quedamos suspendidos por los pies sin podernos agarrar a nada; y otras donde nosotros somos los que nos dejamos caer a propósito y pendulamos colgados de las llemas de los dedos, para sentirnos al borde de la muerte y así sentirnos vivos o para medir nuestras fuerzas, nuestro aguante.

Y a veces queremos parar y saborear el instante, para disfrutarlo. Nos sentamos y basculamos para mecernos y poder contemplar lo recorrido, como si de un columpio se tratara.

Al caminar por la cuerda floja uno se da cuenta que cada paso es incierto, solo nuestro estado decide como lo encaramos, quizás con ímpetu, con calma, con prisa, con temple, con miedo o con alegría… y mirar la cuerda que queda por delante que nos marca donde dar el siguiente paso.
En esta cuerda imaginaria no sabremos cuando daremos el ultimo paso, cuando se terminará la cuerda… solo sabemos donde empezó, o ni eso. Y para no caer habrá que tomar consciencia de todo nuestro ser, de mantenerlo en equilibrio y dirigir bien la mirada en la dirección correcta.
Feliz paseo por la cuerda floja.

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